sábado, 17 de mayo de 2014

La estigmatización del desempleado


El enemigo de la sabiduría convencional no son las ideas, sino la marcha de los acontecimientos
John Kenneth Galbraith. La sociedad opulenta. 1958. 

Desde los poderes económicos que están gestionando la presente crisis arrecian las críticas sobre el colectivo de personas que percibe una mínima prestación por desempleo. Y no solo eso, cada vez censuran con mayor intensidad a aquellos que osan cuestionar las precarias condiciones laborales que se están creando y, de paso, se aprovecha para arremeter una vez más sobre la idoneidad de mantener un salario mínimo interprofesional.

Hace unos días, la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, se mostraba a favor de bajar el salario mínimo para aquellos jóvenes que no sirven para nada y nos deleitaba con sus propuestas para impulsar la recuperación en España. Unos días después era José Vicente González, Vicepresidente de la CEOE, el que declaraba que no podemos hablar de empleo basura o salarios basura, no estamos en una situación para ponernos exquisitos, con motivo de la publicación del paro registrado correspondiente al mes de abril. Y para no ser menos, el actual presidente de la Cámara de Comercio de Tenerife, José Luis García decía que aunque sea precario es bueno, el trabajo es trabajo.

Unas afirmaciones que ignoran el precio en derechos laborales y humanos que ocultan y que van en la línea de estigmatizar doblemente a los desempleados. Por si no fuera suficiente drama las altas tasas de desempleo en España o la alta incidencia del paro de larga duración, el desempleado ya no solo es sospechoso de cobrar el subsidio, también es culpable de rechazar trabajos que encierran condiciones laborales insuficientes para llevar una vida digna. Porque según los responsables de estas declaraciones, los desempleados no solo serían unos chupones y unos parásitos, serían unos vividores. Unos aprovechados que se benefician de percibir un subsidio sin proporcionar nada a cambio a la sociedad. ¡Qué osadía!

Junto a estos testimonios, que como vemos se emiten con alta dosis de desprecio y sin educación, resulta llamativo que todos estos individuos vean claros signos de recuperación económica en el escenario actual. Parece como si consideraran que la recuperación está directamente relacionada con la precarización de las condiciones laborales de los nuevos puestos que se crean y del deterioro del empleo existente. Bajo este argumento lo que estaría produciéndose no es la recuperación de la economía española sino más bien su propia recuperación. También es singular que ninguno de estos señores, como personas al frente de instituciones empresariales que deben dar prestigio a los empresarios que representan, hagan alusión alguna a la necesidad de que la empresa española innove más y mejor; al hecho de que el actual modelo productivo español está caduco; a la circunstancia de que un clima laboral digno incide en el grado de felicidad del trabajador y ello requiere de la participación del empresario; o en fin, que no censuren con igual intensidad los casos de corrupción que afectan a sus propias estructuras. Siempre me he preguntado si estas instituciones empresariales representan el verdadero sentir de los empresarios españoles.

Lo que se percibe detrás de estos irresponsables alegatos es mucha ortodoxia económica y poca honestidad intelectual. Una ortodoxia que forma parte de lo que Galbraith llamaba la sabiduría convencional y que se cuela por todos los requicios mediáticos pregonando sin cesar que para crear empleo no solo hay que bajar salarios, eliminar subsidios o salarios mínimos, sino también, suprimir sindicatos, el derecho a la huelga y convenios colectivos. Un cuerpo de conocimiento, por llamarlo de alguna manera, que en economía permanece incuestionado y aceptado por sus aduladores más conspicuos que casualmente son los que se benefician de sus ideas. Al mismo tiempo sirve de poco para explicar lo que nos pasa porque sus tesis centrales son continuamente rechazadas por la tozuda realidad.

Quienes emiten este tipo de declaraciones hacen un flaco favor a la sociedad en su conjunto puesto que, en realidad, están más preocupados por sus intereses personales y en proteger sus privilegios a costa de los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario