miércoles, 26 de marzo de 2014

La impotencia democrática

  
En lugar de un codesarrollo de las regiones de Europa, se asiste a una polarización que la crisis ha acentuado dramáticamente (…) Hasta tal punto que cabe afirmar que, al observar su trayectoria en el conjunto del continente desde 1945, una gran división entre el Norte y el Sur ha reemplazado la división Este-Oeste, aunque la separación no se materialice en un muro, sino más bien en un drenaje unilateral de recursos.


En mi opinión, el mecanismo a través del cual las democracias mutarán hasta hacerse irreconocibles, no es el tecnológico, sino el económico. En la tensión latente entre democracia y capitalismo, es el desarrollo del capitalismo lo que puede terminar por agotar el espacio propio de la democracia política. 

La impotencia democrática. Ignacio Sánchez Cuenca. Pág. 167. 2014 

Entender lo que pasa en los ámbitos de la política y la economía española se está convirtiendo en una empresa cada vez más frustrante. La razón hay que buscarla en la creciente dificultad para percibir con claridad cuáles son las causas que nos han llevado a la situación de zozobra económica y social por la que transitamos. Y son ya casi seis años. Obviamente, esta dificultad creciente para comprender lo que nos pasa es consecuencia del gran ruido ambiente. Con el estimable concurso de los medios de comunicación afines, este ruido es impreso por los diferentes agentes económicos y políticos. Éstos ya sean de izquierdas o de derechas pretenden satisfacer sus intenciones haciendo una utilización partidista de la crisis.

Para abrirse camino en esta jungla de intereses resulta fundamental cultivar un elevado nivel crítico con lo que nos venden algunos desde su respectiva trinchera ideológica, así como mantener altas cotas de independencia intelectual. En este escenario, resulta imperioso exigir argumentos de calidad a todos esos actores que a diario nos maltratan dialécticamente con sus mensajes. Una empresa compleja pero posible.

Precisamente son argumentos lo que destila el último libro de Ignacio Sánchez Cuenca y que lleva por título La impotencia democrática. En él, el profesor de Ciencias Políticas intenta dar una explicación razonada de la profunda crisis política que atraviesa España y su relación con la debacle económica que sufrimos. ¿Cuáles son las razones de la crisis política que vive España? ¿Es la crisis económica fruto de la crisis política o son dos fenómenos independientes sin relación entre ellas? ¿Podemos salir de la crisis económica promoviendo cambios institucionales en el ámbito nacional como la reforma de las Autonomías, la reducción de los altos niveles de corrupción, la modificación de las reglas electorales o el impulso de un proceso constituyente? No a juicio del profesor.

Sánchez Cuenca demuestra con solvencia que esas reformas institucionales que se reclaman desde posiciones conservadoras y progresistas poco pueden hacer para resolver el desbarajuste económico en el que estamos. Obviamente de un mejor diseño institucional obtendríamos sociedades más inclusivas y democráticas pero antes de que sobreviniera la crisis, esos problemas institucionales ya existían. Entonces gozamos de una época de bonanza económica sin precedentes (aunque sin que esa bonanza ayudara a reducir la desigualdad) La mejor manera de justificar una reforma política es venderla como solución a la crisis económica y eso es lo que están haciendo algunos a ambos lados del arco parlamentario. Según el profesor esto no deja de ser una deshonesta estrategia oportunista contra la que es preciso defenderse.

Para entender el descrédito que vive el sistema político español hay que apuntar más allá de las fronteras nacionales, mostrando lo que España tiene en común con otras regiones europeas que también están aquejadas de una crisis política de magnitud similar. Sánchez Cuenca indaga en la incapacidad de los grandes partidos políticos españoles para promover iniciativas que resuelvan el malestar ciudadano. Un desasosiego producto de las injusticias de la crisis económica derivadas del reparto desigual de los ajustes. Esta falta de aptitud de los partidos hay que buscarla en el proceso de vaciamiento de competencias que los gobiernos han sufrido en beneficio de instancias supranacionales. Una derivación del avance de una lógica concreta de la globalización. Una lógica basada en el predominio del cuerpo doctrinal de la Economía Ortodoxa (y por tanto de los economistas que la cultivan) del crecimiento excesivo del sector financiero y de la enorme influencia del poder económico en la política que habría encontrado las claves para domeñarla.

El politólogo considera que el espacio donde más lejos se ha llevado esta lógica de la globalización es en la Unión Europea, cuya actual arquitectura institucional esconde una arquetípica estrategia de adelgazamiento de la democracia en cada Estado nacional. Una Europa que viola el principio de autogobierno de cada región, base de una democracia de calidad, para facilitar la concentración de poder en instituciones como el BCE, la Comisión o el Parlamento Europeo sobre los que no existe un control democrático efectivo. En la visión de Sánchez Cuenca, las decisiones colectivas ya no dependen de las preferencias ciudadanas sino que son función del criterio de instituciones que carecen de legitimidad democrática. Un proceso que se ha operado a partir de la constitucionalización de normas que entronizan el funcionamiento de un mercado libre de cortapisas, en detrimento de una regulación que sujete con criterios sociales el comportamiento del poder económico. En un escenario de esta índole, donde se han cedido a niveles superiores importantes parcelas de decisión en materia económica, cualquier partido político que acceda al poder en España estaría aprisionado por las directrices europeas.

El resultado inmediato de esta arquitectura institucional, con su principal e indiscutido proyecto de moneda única como elemento presuntamente aglutinador de sensibilidades nacionales, ha sido la división del proyecto comunitario en países deudores (los del Sur, damnificados de las políticas de austeridad) y acreedores (los del Norte, beneficiarios de esas políticas de austeridad) Un mecano cuyas principales instituciones presentan un sesgo favorable a estos últimos. Esta es la denominada fractura europea. Fractura que sitúa en primer plano la necesidad de promover un debate honesto e informado sobre la conveniencia de pertenecer a este tipo de UE. Una necesidad sobre la que prácticamente no se habla en España.

De seguir por estos derroteros, el conflicto al que estamos asistiendo entre democracia y capitalismo se resolverá con el estrechamiento del ecosistema propio de la democracia en favor del capitalismo. Sánchez Cuenca augura un futuro sombrío para nuestras sociedades, con una democracia circunscrita solo al ámbito local, que garantiza libertades y derechos individuales, sí, pero sin capacidad para transformar un orden económico cada vez más injusto y empobrecedor. Desolador.

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