sábado, 19 de octubre de 2013

Santa Cruz continúa siendo una ciudad insostenible

  
La ciudad posmoderna es la ciudad, o la «anticiudad», del neoliberalismo económico, de la urbanización especulativa, de la sociedad atomizada, de la cultura individualista, de la política local débil y del capitalismo financiero fuerte. 


En su informe anual sobre Calidad del Aire de 2013 la Agencia Europea de Medio Ambiente, con datos de 2011, ha incluido a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife entre las urbes europeas con peor calidad del aire. El Organismo europeo esgrime que las concentraciones de dióxido de azufre superan los valores límites recomendados anualmente por la legislación europea para proteger el medio ambiente y la salud. Estas concentraciones de dióxido de azufre son imputables en su mayor parte a la contaminación industrial generada por la refinería, fagocitada por el municipio en su avance urbanístico.

Refinería de Cepsa. La Opinión.
En un primer momento el Ayuntamiento de la capital tinerfeña dio la callada por respuesta. Hasta que el alcalde de la ciudad declaró el día 17 de octubre que lo indicado en el informe no se ajusta a la situación actual de la ciudad, rechazando que Santa Cruz de Tenerife sea una ciudad con un nivel nefasto de calidad de su aire. Bermúdez se explayó en su diatriba contra el Organismo argumentando que se ha utilizado un único parámetro para concluir que la calidad del aire de toda la capital no es buena para el medio ambiente y la salud del ciudadano. Sin embargo, en su comparecencia el regidor de la capital se preocupó de no aportar otros indicadores que demostraran que la calidad del aire de la ciudad es aceptable. Muy hábil el señor Bermúdez, nos deleita con dosis de victimismo al tiempo que evita comentar otras caras del problema.

Habría que mencionar que la legislación europea en materia de exposición a contaminantes es más laxa que la que recomienda la Agencia de Protección Ambiental estadounidense e incluso que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS). Aquéllas están más expuestas a la influencia de los poderosos grupos de presión industriales o de combustibles fósiles. La OMS se basa en criterios de salud pública para el establecimiento de esos topes límite. Según la Red de Calidad del Aire de la Consejería de Sostenibilidad en 2012 se registraron violaciones de esos topes propuestos por la OMS en diferentes puntos de la ciudad y en distintos momentos.

El eurobarómetro de enero del presente año, reveló que los ciudadanos españoles son de los peor informados de todo el territorio de la UE en materia de calidad del aire (Pág. 10). Y los segundos que más creen que las autoridades públicas no están haciendo lo suficiente para mejorar la contaminación urbana (Pág. 56). Flaco favor le hace Bermúdez al diagnóstico y resolución de esta problemática con declaraciones como las realizadas, donde se niega una realidad constatada por los datos y donde se reduce el problema de la calidad del aire a la presencia de la refinería de Cepsa. Efectos del lenguaje neoliberal que se estila en estos tiempos donde se miente, se confunde y se tergiversan las informaciones para confundir al ciudadano.

Es verdad que, en materia de calidad del aire, es el Gobierno de Canarias quien tiene las competencias. Pero no basta con trasladar la responsabilidad a otra Administración y exigir que sea esta Administración la que obligue a la Refinería de Cepsa a cumplir la normativa medioambiental. También es cierto que la Refinería es uno de los principales focos contaminantes de la ciudad pero ¿Si la Refinería cumpliera la normativa mejoraría la calidad del aire en la capital? Lo dudamos puesto que Santa Cruz es ante todo una ciudad medioambientalmente insostenible por otras razones adicionales a mantener en su interior una industria de refino. Aquí, aquí y aquí intentamos reflexionar sobre este asunto hace algún tiempo.

La pregunta que nos deberíamos hacer todos, las Administraciones Públicas en primer lugar pero también los ciudadanos y demás agentes sociales, más allá de indicadores cuantitativos de necesario cumplimiento pero insuficientes por sí solos para garantizar un desarrollo ambiental adecuado en la capital, es si Santa Cruz de Tenerife puede reconducir su carácter insostenible para llegar a ser una ciudad realmente sostenible. La capital tinerfeña está aquejada de una dolencia grave que afecta a las grandes ciudades europeas y que consiste en cómo compatibilizar la cohesión social, la sostenibilidad ambiental y la participación ciudadana y democrática en la gestación de la ciudad con la competitividad económica. Todo ello en el marco del capitalismo actual que es el generador, precisamente, de la desigualdad social, el deterioro ambiental y la ausencia de transparencia en la resolución de los asuntos públicos que afectan al habitante de la ciudad.

Es urgente una reflexión colectiva, plural, honesta y desprendida de intereses partidistas o personalistas sobre las causas últimas que generan la insostenibilidad en la capital para combatirlas y solucionarlas. Entretanto no se ponga coto al acceso del vehículo privado al centro de la capital; mientras se sigan planificando medios colectivos de transporte, necesarios como el tranvía, pero que compiten con otros medios, también de carácter colectivo, como la guagua; si los PGOU se continúan utilizando como meros instrumentos para generar plusvalías urbanísticas para unos pocos; mientras se persista en no generar más espacios verdes en la capital; si el petróleo y los combustibles fósiles se mantienen como la opción elegida para la generación de energía; cuando el ciudadano continúa estando al margen de la toma de decisiones en los principales procesos de construcción de la ciudad; si no se sondean las posibilidades de la capital para generar una cultura de transición; mientras todo esto siga existiendo, decimos, Santa Cruz, la capital de Tenerife, continuará siendo una urbe intensamente insostenible y no solo por mantener una industria de refino en su interior.

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