viernes, 27 de julio de 2012

Los pilares quebrados del Capitalismo; La Finitud

   
La imposibilidad del planeta de regenerar los recursos y asumir los residuos a la misma velocidad que son consumidos y desechados por la bestial maquinaria de expolio y explotación que acompaña a la depredación Capitalista, nos acerca cada día un poco más al abismo del colapso ecológico.


La Ley del suelo de 1998, impulsada por el gobierno de José María Aznar, liberalizó la superficie disponible para construir casas en la creencia errónea de que un mayor volumen de vivienda iba a reducir el precio de la misma. Lo que ocurrió es de sobra conocido. La expectativa futura de obtener una ganancia generosa con la subida del precio de la vivienda, desató la burbuja inmobiliaria. La gente compró casas como inversión porque esperaba su revalorización futura y el territorio español se pobló de más viviendas que Alemania y Reino Unido juntas. Entre 1997 y 2007 el alza de los precios de la vivienda fue del 191% según The Economist, la segunda mayor de la OCDE y muy por encima de la registrada en EE.UU o Reino Unido.

Varios factores desataron la bulimia inmobiliaria; bajos tipos de interés, el impulso institucional a la propiedad privada, unos reguladores que renunciaron a su principal función, la connivencia de los grandes partidos políticos con los sectores de la construcción y de la banca negando que hubiera algo parecido a una burbuja, la propia bonanza económica, etc. Pero hay un elemento fundamental que todos ignoraron (y aún continúa despreciándose) que favoreció un modelo económico centrado en la construcción de vivienda y que a la vez forma parte de los pilares del sistema capitalista; la creencia en la ausencia de límites. La idea socialmente aceptada de que se podía continuar creciendo de forma indefinida, la aceptación de que el territorio era infinito y por tanto que podía albergar una cantidad innumerable de nuevas casas que satisfacía las ansias de beneficio igualmente infinitas de los inductores de la burbuja. Una privación de topes materiales, energéticos y de recursos que ha ido acompañada de olvidar que existe un flujo de residuos paralelo al flujo de materiales que no pueden ser absorbidos por el Planeta en igual proporción. La consecuencia es clara; acumulación de desechos, saturación de los sumideros, deterioro ambiental y colapso ecológico.

Radazul. Asociación europea de perjudicados por la costa
La identificación interesada del concepto de riqueza con la abundancia material y esta con la idea de progreso es una de las falacias del Capitalismo que el Ecologismo a puesto en evidencia. Todo exceso es contraproducente. De ahí que todas las iniciativas de corte ecologistas que tratan de asentar la idea de límites, sean boicoteadas por los mecanismos de defensa que el sistema capitalista posee para continuar perpetuándose. La identificación de la energía nuclear como una energía limpia, la marginación del principio de precaución en las políticas públicas, las campañas contra la problemática del cambio climático, la proliferación de Cumbre Mundiales sobre el Medio Ambiente, tan grandilocuentes como estériles, la economía verde que persigue la mercantilización de los procesos y funciones de la naturaleza, etc, son algunos ejemplos.

El gobierno de Mariano Rajoy, a través del Ministerio de Medio Ambiente, acaba de presentar el borrador del anteproyecto de ley que pretende reformar la Ley de Costas vigente desde el año 1988. Y lejos de impulsar una norma que reconozca de una vez por todas la finitud de los recursos naturales presentes en el territorio (y en particular en la costa española) y por tanto la imperiosa necesidad de su protección, parece que va a suponer una nueva vuelta de tuerca en el proceso de depredación del territorio a través del agotamiento de los recursos naturales, la ocupación acelerada del suelo y la degradación del paisaje. La exclusión del dominio público terrestre de algunos territorios como las dunas, que reducirán la zona pública total; el hecho de que las industrias situadas en dominio público deban superar un informe ambiental para prorrogar su actividad, un informe que será mero trámite en manos de las Comunidades Autónomas; la autorización de Medio Ambiente a reducir en las rías la servidumbre de protección de 20 a 100 metros; la exclusión de 10 núcleos de viviendas que dejarán de ser dominio público marítimo-terrestre; la ampliación de la concesión a 75 años a todas aquellas viviendas construidas en la playa, etc., invitan a pensar en ello.

En Canarias, la ausencia de límites en las políticas implementadas por los principales actores políticos y económicos es la característica esencial de un modelo económico basado en el turismo de masas, en el exceso. Una estrategia que ha olvidado que se puede ganar competitividad turística impulsando la calidad paisajística, la identidad de cada isla y un sector agrícola sostenible, máxime en un territorio de reducidas dimensiones como las islas. Las declaraciones del presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, mostrando su beneplácito al proyecto de reforma de la Ley de Costas argumentando que podría permitir el uso del litoral con fines de generación de empleo (otra vez el manido e interesado mensaje de generación de empleos) no augura nada bueno para un territorio muy castigado. Sobre todo cuando han sido unas declaraciones realizadas junto a miembros de uno de los lobbys de Tenerife, el Círculo de Empresarios del Sur de Tenerife.

La evidencia sobre la existencia de unos límites físicos, ecológicos y materiales en el planeta es abrumadora pero continuamos creyendo en la expansión material y energética ilimitada, cuando es uno de los pilares fracturados del Capitalismo.

jueves, 26 de julio de 2012

Los pilares quebrados del Capitalismo; La Deuda


Lo más difícil, lo menos explicado y a la vez, lo más importante que tenemos que entender para saber en qué punto nos encontramos es que el aparentemente sólido esplendor económico de las últimas décadas estuvo sustentado absolutamente en la Deuda 


Hay una interpretación de la actual crisis (silenciada en los medios) que asegura que la explosión de la burbuja inmobiliaria se produce por el estrangulamiento de la financiación que la economía española estaba recibiendo desde el exterior (Naredo), en concreto desde la banca alemana. Un flujo de financiación que empieza a expirar cuando los bancos alemanes comienzan a temer por su excesiva vinculación a los activos tóxicos americanos que desataron la crisis de las subprime en EE.UU. (Navarro). En cuanto cesa el importante volumen de financiación externa y barata a los bancos españoles, éstos restringen el crédito a los agentes económicos provocando un parón en la actividad económica real, excesivamente apalancada para generar un volumen muy superior al que realmente necesitaba la gente de infraestructuras, servicios y productos, en todos aquellos sectores en los que la especulación ha campado a sus anchas. Un hecho que pone sobre el tapete que el enorme periodo de crecimiento que hemos vivido en los últimos 15 años no ha sido real, en tanto que se ha sustentado en el desmesurado crecimiento del sector financiero y con él el de su negocio principal, la deuda.

¿Quién debe a quién? La Información.com
Porque aunque en esta ocasión el desinfle de la burbuja inmobiliaria tuvo que ver con la obstrucción de los flujos de crédito exterior, es importante conocer que existe una vinculación física entre el crecimiento, la naturaleza y la deuda que tiende a ignorarse en las explicaciones que nos proporcionan los medios y los agentes político – económicos que dirigen el presente tinglado. Para crecer es necesario acudir al crédito, es decir, a la deuda. Es la situación que hemos dejado atrás en los años de presunto esplendor y que ha dado como resultado: el endeudamiento desmedido de los agentes privados que gracias a su gran influencia política han logrado transformar, con gran habilidad, el problema de la deuda privada en deuda pública; el deterioro del medio natural mediante la sobrecarga del territorio con promociones de viviendas de todo tipo y los consiguientes desechos que trae aparejada la actividad inmobiliaria; el agotamiento de los recursos naturales intensificando la dependencia de España respecto de sus necesidades de combustibles fósiles, agua, etc.

Una vez pinchada la burbuja inmobiliaria, el escenario actual exige pagar las ingentes cantidades que se adeudan mediante la generación de más crecimiento, lo que trae aparejado mayor presión sobre el medio natural en la medida que el crecimiento exige de la utilización y la extracción de recursos naturales que, al ser finitos, están sometidos a una restricción cuantitativa más allá de la cual será imposible el crecimiento, aunque la deuda o el crédito, denominados en valores monetarios, puedan crecer de forma infinita. Un círculo vicioso de difícil ruptura bajo las premisas capitalistas.

En el fondo, lo que se solicita a la ciudadanía desde todas las terminales mediáticas, políticas y económicas con impetuosa desesperación, es poner en marcha el complejo capitalista volviendo a restaurar los anteriores niveles de crédito, es decir de deuda. Más de lo mismo. Si los responsables de este desaguisado logran poner en marcha el artefacto capitalista bajo los mismos presupuestos que hasta ahora, estaremos trasladando a las generaciones futuras la decisión de cambiar un modelo económico ya fracturado. Además, la decisión la tendrán que tomar en peores condiciones que las que disfrutamos las generaciones actuales.

A pesar de los grandes proyectos acometidos en Canarias, la deuda autonómica (8,8% respecto al PIB) está por debajo de la deuda autonómica media (13,1%) y por tanto entre las más bajas de la economía española. Es lo que tiene ser una economía fuertemente subvencionada desde Europa. Sin embargo, no conviene olvidar que el riesgo para Canarias está en dilucidar si su economía tendrá capacidad para hacer frente a los pagos que vienen por el vencimiento de la deuda emitida, unos 521 millones de € en el segundo semestre del presente. El Presidente del Gobierno de Canarias se apresuró a negar la posibilidad de un rescate como han solicitado Valencia, Murcia o Cataluña. Resulta difícil creerle teniendo en cuenta dos factores: el contexto económico nacional, si se cierra el grifo de la financiación para España, también se cerrará para sus autonomías; y el contexto económico local, el elevado desempleo, la creciente desigualdad, el retraimiento del consumo debido a la subida del IGIC, etc, minan la capacidad de recaudación de la economía canaria de la que saldrá su capacidad de pago.

Es preciso observar, además, que Canarias presenta elevados déficit ecológicos energéticos, una capacidad de carga de su territorio casi saturada, biocapacidades reducidas y un gran consumo de recursos, lo que invita a pensar que Canarias mantiene una elevada deuda ecológica. Especialmente preocupante es la situación de las islas centrales, con grandes densidades poblacionales, grandes flujos migratorios, fórmulas de turismo residencial muy impactantes y el propio crecimiento natural de la población. Una deuda ecológica que se suma a la deuda financiera y que no será posible ignorar.

miércoles, 25 de julio de 2012

Los pilares quebrados del Capitalismo; El Trabajo

  
La capacidad de presión del empresario sobre los trabajadores ante el desolador escenario del paro, los cambios legislativos en contra de los derechos laborales y la amenaza de la deslocalización en el mercado único mundial, no deja resquicios de esperanza para un horizonte más razonable. 


En La corrosión del carácter, Richard Sennett alertaba de las alteraciones en la personalidad del trabajador provocadas por la precarización de la vida laboral. Con progresiva intensidad, desde la empresa se ha exigido al trabajador un comportamiento más ágil, adaptación a los continuos cambios así como asunción de mayor grado de riesgos. Una dinámica común en las últimas tres décadas de nuevo capitalismo que ha cambiado las relaciones laborales globales, haciéndolas más frágiles y provisionales frente a la solidez y permanencia de antaño.

Un cambio que se ha producido en el ámbito personal del trabajador pero también y con mayor intensidad sobre las instituciones que protegen el trabajo. En efecto, el debilitamiento progresivo de todos los instrumentos que defienden los intereses del ámbito laboral (congelación o reducción del salario mínimo interprofesional, la legislación contra los convenios colectivos, la eliminación de las políticas activas de empleo, las políticas fiscales regresivas, subsidios por desempleo, etc.), han perseguido una estrategia clara, provocar una redistribución de la renta favorable a los intereses del capital y por tanto contra las aspiraciones de las clases trabajadoras. Una ofensiva materializada en el desmantelamiento paulatino de todas las estructuras sociales que habían sido construidas pacientemente durante los denominados 30 años gloriosos (1945 – 75), rompiendo el pacto social vigente hasta el momento entre la clase trabajadora y las élites.

Destalle de las cifras del desempleo en Canarias durante 2010. Canarias 7
Para algunos economistas críticos este paciente desmantelamiento del marco normativo y económico que protegía al Trabajo es la base de la creciente desigualdad que no cesa de crecer en el planeta. Y es esta desigualdad la que está en la base de la crisis actual. Al disminuir las rentas del trabajo en la Renta Nacional a favor del capital, la economía productiva perdió rentabilidad y atractivo para los inversores. En consecuencia la enorme concentración de rentas del capital se orientó hacia la inversión en actividades especulativas. Un escenario claramente favorecedor del endeudamiento de grandes sectores de la economía con el consiguiente impulso de la economía financiera.

Canarias no es una excepción a estas dinámicas registradas en el Capitalismo mundial. A la escasa capacidad de generación de empleo de una economía instalada en el monocultivo productivo que proporciona el turismo de masas, incapaz de absorber la segunda mayor tasa de desempleo de España, se añaden unas instituciones políticas y económicas cómplices o excesivamente pusilánimes con la ofensiva que se detecta a nivel nacional e internacional contra el trabajo. Las escasas medidas instauradas para crear empleo estable y de calidad no han dado resultados y sus efectos prácticos, más allá de grandilocuentes discursos, dejan mucho que desear. Sus promotores políticos solo han llegado a admitir su propia inoperancia para rebajar la tasa de desempleo, lo cual no deja de ser un gesto ilustrativo de la incompetencia y mediocridad política que nos rodea. Mientras, los grandes grupos económico de las islas continúan acumulando poder e influencia en detrimento de la buena marcha general de las economías isleñas, a través de la RIC o de un REF que está pidiendo a gritos una reforma verdaderamente democrática que tenga incidencia en la economía productiva del archipiélago.

Así, mientras algunas autonomías han modulado los tipos del IRPF de cara a instaurar un sistema impositivo más progresivo y con mayor capacidad recaudatoria, al menos en el umbral del IRPF que se le permite a las autonomías, en Canarias se ha renunciado a esta opción. La recuperación de impuestos como el del patrimonio, sucesiones y donaciones, ni se plantea después de haber sido suprimidos por el tándem CC-PP. Tampoco parece que el gobierno de Canarias esté decidido a luchar de forma más intensa contra el importante fraude fiscal y la economía sumergida que se detecta en el archipiélago. El resultado es un sector público con escasa capacidad de recaudación que ha tenido que recurrir a recortes contundentes en áreas específicas del ámbito social, como la ley de dependencia, la sanidad o la educación para enjugar un déficit importante. En otros aspectos la pasividad del gobierno de Canarias es sorprendente. No han iniciado trámite judicial alguno para denunciar la posible inconstitucionalidad de los recortes decretados por el gobierno del PP. Otras comunidades como País Vasco, Navarra o Andalucía sí han sondeado esta opción.

Y todo ello ocurre cuando CC tiene como socio de gobierno al PSOE, una formación presuntamente más sensible a las demandas del trabajador pero que en la práctica ha apoyado sin contemplaciones el desmontaje de las instituciones protectoras del trabajo y del Estado del Bienestar realizadas desde el gobierno central. Una muestra palpable de la rotunda futilidad que la escasa alternancia política entre los tres grandes partidos canarios presenta por estar tierras.

lunes, 23 de julio de 2012

Los pilares quebrados del Capitalismo; La Técnica


Vivimos en la peor pesadilla de aquellos que confiaron en la Técnica como la clave para la emancipación del trabajo y la consecución de un reparto equitativo de la riqueza


Algunos pensaban que el desarrollo tecnológico sería la panacea que liberaría al ser humano de la tiranía de la pobreza, la dependencia de la naturaleza e incluso facilitaría la emancipación del hombre respecto del trabajo. Es indudable que las sociedades occidentales han progresado en los últimos 300 años de hegemonía capitalista, entendiendo el progreso no solo como acumulación material sino también como adquisición de nuevos conocimientos. Sin embargo, no solo no se ha conseguido erradicar la pobreza, desligar la actuación del hombre de los ciclos de la naturaleza o liberarle del trabajo. La Técnica ha introducido factores adicionales de riesgo que amenazan con dinamitar la organización de la sociedad tal y como la conocemos. Una evidencia que demuestra que las rentas generadas por el cambio tecnológico han sido distribuidas de forma muy desigual entre los diferentes agentes de la sociedad en virtud de su poder de influencia, lo que ya es de por sí un fracaso.

Central Térmica de Jinamar. Gran Canaria. Visualphotos.com
Frente al interesado discurso de que la Técnica nos proporciona una vida mejor y la idolatría obsesiva a ciertos aparatos tecnológicos de reciente comercialización, hay que ser conscientes de que la tecnología ha evolucionado de forma tan rápida que, al tiempo que ha proporcionado grandes cotas de confort al ser humano, ha originado problemas de imposible solución hasta el momento. Las técnicas de ingeniería financiera, por ejemplo, han contribuido en la presente crisis/estafa a llevarnos a un callejón sin salida de solución imposible hasta el momento pero ¿Hacia dónde nos llevan las técnicas de ingeniería genética? ¿Qué hacer con los residuos de la energía nuclear? ¿Cómo atajar los efectos del incremento del agujero de ozono o el calentamiento del planeta Tierra provocados por la utilización indiscriminada de muchos avances tecnológicos?

Unos efectos perversos que no solo superan las fronteras espaciales de los Estados, también sobrepasan las fronteras temporales porque sus consecuencias recaerán sobre generaciones futuras. Lo que pone sobre el tapete una cuestión ética de calado; hasta qué punto estamos legitimados para aplicar tecnologías con ese grado de afección intergeneracional que mejoran el confort material de las generaciones actuales pero comprometen las del futuro.

Con este panorama, urge plantearse la aplicación de estas tecnologías bajo presupuestos de precaución. En la medida que continuar empleando la técnica como hasta ahora tiene consecuencias irreversibles, parece coherente ligar los poderes creativos de la ciencia y la tecnología al control democrático de la ciudadanía y de las leyes inmutables del universo. Una solución que pasa por la creación de organismos supranacionales que regulen la actuación global de los principales actores generadores de tecnologías de gran impacto. Su misión sería la distribución de las rentas que genera el cambio técnico de forma más igualitaria y reducir el impacto medioambiental del mismo.

En 1973, E. F. Schumacher decía en su visionaria reflexión, Lo pequeño es hermoso que la tecnología de la producción masiva es inherentemente violenta, ecológicamente dañina, autodestructiva en términos de recursos no renovables y embrutecedora para la persona humana (Pág. 163) y abogaba por el desarrollo y aplicación de tecnologías de pequeña escala, adaptables a cada entorno que permitieran tener en cuenta las dinámicas de la naturaleza. Una estrategia que no puede obviar la necesaria reconsideración de un modelo económico centrado en el consumo masivo.

Una vía por la que no han optado los prebostes de la política y la economía en Canarias. El creciente recurso a esa política superlativa que hemos denominado Gigantismo orienta al archipiélago por un senda de insostenibilidad. No se detectan visos de reconsideración en un modelo de crecimiento y desarrollo apoyado en la aplicación de soluciones técnicas de gran afección, ya sea en el ámbito del transporte, en el del turismo o en el energético. Una muestra que ilustra este razonamiento es el empecinamiento irresponsable y obsesivo del presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, en la construcción del denominado Transrapid, el tren ultrarápido de tecnología alemana. Pretende solicitar 2.000 millones de € para su financiación en un contexto económico caracterizado por el incremento desorbitado de las deudas gracias, entre otras cosas, al exceso en la dotación de infraestructuras sobredimensionadas. Una de las características definitorias de una época donde se confundieron deliberadamente las necesidades con la especulación.