jueves, 26 de julio de 2012

Los pilares quebrados del Capitalismo; La Deuda


Lo más difícil, lo menos explicado y a la vez, lo más importante que tenemos que entender para saber en qué punto nos encontramos es que el aparentemente sólido esplendor económico de las últimas décadas estuvo sustentado absolutamente en la Deuda 


Hay una interpretación de la actual crisis (silenciada en los medios) que asegura que la explosión de la burbuja inmobiliaria se produce por el estrangulamiento de la financiación que la economía española estaba recibiendo desde el exterior (Naredo), en concreto desde la banca alemana. Un flujo de financiación que empieza a expirar cuando los bancos alemanes comienzan a temer por su excesiva vinculación a los activos tóxicos americanos que desataron la crisis de las subprime en EE.UU. (Navarro). En cuanto cesa el importante volumen de financiación externa y barata a los bancos españoles, éstos restringen el crédito a los agentes económicos provocando un parón en la actividad económica real, excesivamente apalancada para generar un volumen muy superior al que realmente necesitaba la gente de infraestructuras, servicios y productos, en todos aquellos sectores en los que la especulación ha campado a sus anchas. Un hecho que pone sobre el tapete que el enorme periodo de crecimiento que hemos vivido en los últimos 15 años no ha sido real, en tanto que se ha sustentado en el desmesurado crecimiento del sector financiero y con él el de su negocio principal, la deuda.

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Porque aunque en esta ocasión el desinfle de la burbuja inmobiliaria tuvo que ver con la obstrucción de los flujos de crédito exterior, es importante conocer que existe una vinculación física entre el crecimiento, la naturaleza y la deuda que tiende a ignorarse en las explicaciones que nos proporcionan los medios y los agentes político – económicos que dirigen el presente tinglado. Para crecer es necesario acudir al crédito, es decir, a la deuda. Es la situación que hemos dejado atrás en los años de presunto esplendor y que ha dado como resultado: el endeudamiento desmedido de los agentes privados que gracias a su gran influencia política han logrado transformar, con gran habilidad, el problema de la deuda privada en deuda pública; el deterioro del medio natural mediante la sobrecarga del territorio con promociones de viviendas de todo tipo y los consiguientes desechos que trae aparejada la actividad inmobiliaria; el agotamiento de los recursos naturales intensificando la dependencia de España respecto de sus necesidades de combustibles fósiles, agua, etc.

Una vez pinchada la burbuja inmobiliaria, el escenario actual exige pagar las ingentes cantidades que se adeudan mediante la generación de más crecimiento, lo que trae aparejado mayor presión sobre el medio natural en la medida que el crecimiento exige de la utilización y la extracción de recursos naturales que, al ser finitos, están sometidos a una restricción cuantitativa más allá de la cual será imposible el crecimiento, aunque la deuda o el crédito, denominados en valores monetarios, puedan crecer de forma infinita. Un círculo vicioso de difícil ruptura bajo las premisas capitalistas.

En el fondo, lo que se solicita a la ciudadanía desde todas las terminales mediáticas, políticas y económicas con impetuosa desesperación, es poner en marcha el complejo capitalista volviendo a restaurar los anteriores niveles de crédito, es decir de deuda. Más de lo mismo. Si los responsables de este desaguisado logran poner en marcha el artefacto capitalista bajo los mismos presupuestos que hasta ahora, estaremos trasladando a las generaciones futuras la decisión de cambiar un modelo económico ya fracturado. Además, la decisión la tendrán que tomar en peores condiciones que las que disfrutamos las generaciones actuales.

A pesar de los grandes proyectos acometidos en Canarias, la deuda autonómica (8,8% respecto al PIB) está por debajo de la deuda autonómica media (13,1%) y por tanto entre las más bajas de la economía española. Es lo que tiene ser una economía fuertemente subvencionada desde Europa. Sin embargo, no conviene olvidar que el riesgo para Canarias está en dilucidar si su economía tendrá capacidad para hacer frente a los pagos que vienen por el vencimiento de la deuda emitida, unos 521 millones de € en el segundo semestre del presente. El Presidente del Gobierno de Canarias se apresuró a negar la posibilidad de un rescate como han solicitado Valencia, Murcia o Cataluña. Resulta difícil creerle teniendo en cuenta dos factores: el contexto económico nacional, si se cierra el grifo de la financiación para España, también se cerrará para sus autonomías; y el contexto económico local, el elevado desempleo, la creciente desigualdad, el retraimiento del consumo debido a la subida del IGIC, etc, minan la capacidad de recaudación de la economía canaria de la que saldrá su capacidad de pago.

Es preciso observar, además, que Canarias presenta elevados déficit ecológicos energéticos, una capacidad de carga de su territorio casi saturada, biocapacidades reducidas y un gran consumo de recursos, lo que invita a pensar que Canarias mantiene una elevada deuda ecológica. Especialmente preocupante es la situación de las islas centrales, con grandes densidades poblacionales, grandes flujos migratorios, fórmulas de turismo residencial muy impactantes y el propio crecimiento natural de la población. Una deuda ecológica que se suma a la deuda financiera y que no será posible ignorar.

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