miércoles, 13 de junio de 2012

La negación como política


La única conclusión clara que podemos sacar de estos cinco años de fatal crisis, es que los dirigentes del bipartidismo español han utilizado y siguen utilizando la negación como política para vertebrar su estrategia de comunicación. Lo hizo el PSOE negando la crisis y lo está haciendo el PP negando el rescate a la banca. La negación les ha permitido evitar dar explicaciones sobre lo que está ocurriendo, eludir la asunción de responsabilidades políticas, civiles y penales, soslayar la imprescindible transparencia. Si se niega la evidencia se soslaya la realidad y con ello se consigue anular, en definitiva, el debate democrático. En este proceso de negación de la realidad se están utilizando tres estrategias claras:

La estrategia nº 1 consiste en emplear términos que lejos de clarificar contribuyen a emponzoñar los hechos. Términos que optan por el rodeo en lugar de la precisión. Eufemismos que suavizan la crudeza de las medidas tomadas y que permiten al ejecutivo de turno no exponerse a la crítica. De ahí que a la subida del IVA prevista para el 2013 se le llame incremento de la imposición del consumo o que se denomine medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas a legalizar la situación de los que han defraudado a la Hacienda Pública.

El Roto en El País el pasado día 12.06.12 
La estrategia nº 2 pone especial énfasis en explicar una situación vendiendo su opuesto. Sin las reformas, ayer se habría planteado la intervención de España dijo Mariano Rajoy el pasado 9 de junio. En este caso, el rescate a la banca, una intervención de facto, no lo es y por el contrario el ejecutivo actual habría evitado dicha intervención con sus negociaciones. También sirve de ejemplo la reforma laboral, decretada por el PP hace unos meses, que ha sido vendida como una herramienta para crear empleo, cuando no es más que un flagrante recorte de derechos laborales.

La estrategia nº 3 consiste en mentir descaradamente. No importa el foro, no importa el destinatario del mensaje. Se embauca a discreción cuando se socavan los intereses del grupo para los que gobiernan nuestros políticos electos, en este caso el sector financiero. Esto es lo que se deduce, por ejemplo, de las declaraciones de José Manuel Soria, ministro de Industria, cuando aseguró, horas antes de la conferencia de prensa de Luis De Guindos que el Gobierno no se plantea pedir ayuda hasta recibir nuevos informes. O cuando el propio Luis De Guindos, en la misma conferencia de prensa, es capaz de declarar que el rescate a la banca no impondrá condicionalidades macroeconómicas para España ¿De verdad alguien pensaba que los intereses del préstamo de 100.000 millones de € no iba contra el déficit presupuestario, o que la deuda pública española no se movería al recibir una inyección de capital de este calibre? Nadie da semejante inyección económica de forma gratuita. La gestión de la crisis se está realizando de forma muy favorable al sector financiero desde el principio, esta vez no iba a ser diferente.

Una estrategia de comunicación que demuestra utilizar el lenguaje como instrumento para trasladar una visión sesgada de las cosas. En este escenario el lenguaje se desprestigia. Se anula porque pierde su capacidad explicativa. Y cuando el lenguaje se utiliza de esta forma se deja de comunicar, desorientando a los ciudadanos y contribuyendo a socavar valores democráticos clave como la rendición de cuentas, la representatividad, la transparencia o la participación ciudadana, ya de por sí muy deteriorados. La Democracia se ha transformado en una ceremonia sin fondo, en un ritual sin contenido para beneficio de los agentes inductores de esta crisis, el sector financiero.

La pregunta que cabe realizar es si esta estrategia, que persigue devaluar el lenguaje y negar la realidad, desarrollada a menudo por parte de los poderes públicos, es consciente. Nuestra opinión es que sí, puesto que así se dinamita la capacidad de entendimiento de la ciudadanía y se desactiva su potencial de protesta. Una práctica que facilita que las élites gobernantes puedan hacer y deshacer a su antojo siguiendo las directrices que vienen desde Europa, en concreto desde Alemania y, más en concreto aún, desde el BCE y el sector financiero europeo. Y en este contexto de opacidad y engaños masivos, la capacidad crítica de la ciudadanía toma un cariz especial. Solo el análisis crítico de los acontecimientos, capaz de desbrozar la cantidad de información superficial e irrelevante con que nos bombardean a diario, y la movilización posterior que debe provocar, servirá para superar con justicia y equidad la encrucijada histórica en la que se encuentra el capitalismo y nuestro sistema democrático. La conclusión es clara, el bipartidismo español, PSOE-PP ha gobernado para gestionar la crisis con evidentes beneficios para el sector financiero, sin importarles el desprestigio de las instituciones políticas y económicas, llevando el país a la quiebra, con opacidad, mintiendo, de forma irresponsable y con impunidad. Todo ello convierte a esta crisis en una estafa organizada

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