domingo, 4 de diciembre de 2011

Violencia y guerras climáticas

   
Quien ha crecido en un mundo donde nunca hubo una guerra, nunca un terremoto que destruyera la infraestructura y nunca una hambruna creerá que la violencia generalizada, el caos y la pobreza son problemas que atañen “a otros”. El marco de referencia creado en etapas de relativa estabilidad no está calibrado para casos de crisis o catástrofes, sino para irregularidades de menor magnitud, como incendios forestales o inundaciones (Pág. 240).

Guerras climáticas. Harald Welzer. 2011.

Dice Harald Welzer en su libro Guerras Climáticas que los episodios de violencia que azotan nuestro mundo no son hechos aislados o anormales, forman parte habitual en el devenir de la Historia. Impactante reflexión; nos indica que la violencia y no la paz es una consecuencia normal en el desarrollo de nuestra sociedad. La Modernidad, dice Welzer, no es un proceso neutral. El proceso social por el que las comunidades humanas abandonaron sus condiciones preindustriales para transformarse en sociedades hiperindustrializadas, productivistas y consumistas, genera desigualdad y pérdida de bienestar. Y durante el pasado siglo XX se ha constatado que existe una estrecha relación entre la generación de pobreza y la guerra. La violencia es, por tanto, uno de los resultados de la Modernidad. En la medida en que existe como posibilidad para crear orden, la violencia sirve como instrumento para resolver aquello que es percibido como un problema social por parte de los afectados. Máxime cuando existe algún tipo de presión para solventar dicho problema con éxito. En este contexto, las opciones más radicales e inimaginable para solucionar el problema comienzan a ser barajadas por el ser humano hasta hacerlas totalmente plausibles. Welzer pone como ejemplos, el Holocausto judío, la desintegración de Yugoslavia, el genocidio en Ruanda o el terrorismo de origen islámico.

La Modernidad tiene otra consecuencia fatal para las aspiraciones de supervivencia de la especie humana. El agotamiento de unos recursos fósiles limitados para sostener unos niveles de producción y consumo ilimitados está provocando cambios que ya son perceptibles en el clima. Unos cambios que provocan alteraciones en el comportamiento de muchos ecosistemas, modificando las condiciones de vida de sus individuos. La degradación de los suelos permafrost, las sequías y el avance del desierto, las inundaciones y el cambio en el régimen de huracanes, la acidificación de los mares, etc, son consecuencias naturales que traerá aparejadas derivaciones sociales. Welzer alerta sobre las efectos sociales que traerá el cambio climático interpretándolo no como una catástrofe natural, como se realiza comúnmente, sino como una catástrofe social. El cambio climático traerá consecuencias sobre colectivos enteros de individuos al modificar sus condiciones de supervivencia. En este escenario, los conflictos por controlar los recursos que tienden al agotamiento se intensificarán, se producirán movimientos masivos de individuos que buscarán mejores escenarios de vida, se incrementará el número de refugiados hacia las islas del bienestar que representan Europa y Norteamérica….Bajo estas premisas, el frágil equilibrio existente en el Planeta en materia de geopolítica, de poder, de recursos, etc, terminará por resquebrajarse. Todos estos resultados multiplicarán las probabilidades de conflictos violentos, recrudeciendo los que ya existen, iniciando otros bajo esquemas clásicos (un país declara la guerra a otro) o apareciendo nuevos métodos de generación y uso de la violencia como fruto de que el Estado, en el proceso de fragmentación o fragilidad paralelo a la globalización, carece o termina por perder el monopolio para ejercer la violencia. Otros actores, habilitados para crear violencia porque captan expectativas de negocio y de obtención de beneficios, no dudarán en originar condiciones de guerra y mantenerlas por tiempo indefinido. La guerra permanente, los mercados de la violencia, los señores de la guerra, la externalización de la violencia, los atentados suicidas, etc, son nuevos formatos que adquirirá la violencia y que cada vez más ocuparán un papel protagonista en lo sucesivo (Págs.154-179). Lo estamos viendo ya con los secuestros de cooperantes en África.

Guerras climáticas es un texto esclarecedor, crítico con el devenir de la Humanidad e incómodo por su pesimista conclusión. La incapacidad de la Humanidad para interpretar el problema del cambio climático como una amenaza de tipo global (las últimas cumbres sobre el clima, Copenhagen, Durban,… son sintomáticas), la desidia e insensibilidad que mostramos en términos generales frente a las consecuencias del mismo (ni individualmente ni colectivamente existen incentivos para modificar nuestros hábitos); y los intereses de aquellos actores que se benefician del actual status quo (al no querer abandonar una situación de poder ventajosa), hacen muy difíciles la reorientación de los comportamientos que causan el cambio climático al objeto de evitar la modificación irreversible de la vida en el Planeta (Pág. 311). El incremento en un 49% de las emisiones de CO2 en las dos últimas décadas es una evidencia inapelable en este sentido (Las emisiones de CO2 marcaron un nuevo récord en 2010: 10.000 millones de toneladas. 04.12.11. El País). Ante manifiesta incapacidad: ¿Es posible entonces creer realmente que las cosas van a mejorar? Cuando se propaguen y se vuelvan más tangibles las consecuencias del cambio climático, aumenten la miseria, las migraciones y la violencia, se incrementará la presión para solucionar el problema y se acotará el espacio mental. La probabilidad de hallar estrategias de solución irracionales y contraproductivas irá en aumento, y esto se aplica sobre todo a la problemática de la violencia, que con el cambio climático se agudizará (Pág. 314).

Con un lenguaje claro, contando las cosas tal como son y sin edulcorantes que maticen el diagnóstico tan pesimista que se desprende de la obra, Welzer nos pone en alerta del casi irreversible proceso de degradación social en el que está inmersa la Humanidad, obcecada en solucionar sus problemas utilizando los mismos esquemas de pensamiento que están en el origen de los mismos. Pero, como en las buenas historias, el autor deja un resquicio para la esperanza. Esa puerta al optimismo pasa por afrontar el problema del cambio climático aplicando otras formas de pensar y de proceder. Es necesario pensar más allá del día a día, es decir, pensar de manera política. (…) Y esto significa que, precisamente en una situación de crisis, hay que animarse a elaborar uno mismo visiones de futuro, proyectos o simplemente ideas que aún no hayan sido pensadas. Welzer considera que la solución exige plantear un cambio cultural que derivaría de formular la siguiente cuestión ¿Cómo se quiere vivir en el futuro en la sociedad de la que uno forma parte? (Pág. 305). Una pregunta de calado e intergeneracional que escapa a los dictados cortoplacistas y resultadistas en los que nos movemos en la era de las cotizaciones bursátiles y la prima de riesgo. Para responder a esta cuestión en la línea de mitigar los efectos del cambio climático, es urgente avanzar para crear las condiciones de una buena sociedad. Unas condiciones que implican la adopción de los siguientes criterios:

1º- Criterio de Reversibilidad. Las decisiones que afectan al desarrollo social de las comunidades, esto es, todo aquello que tiene relación con la justicia, la seguridad, la educación y el medio ambiente deben cumplir el criterio de reversibilidad. Una condición que implica eludir decisiones que introduzcan a la sociedad en un callejón sin salida del que no pueda volver, del que no haya alternativa hacia otras formas de estructuración. Las catástrofes sociales empiezan allí cuando se toman decisiones que van en la dirección equivocada. (Pág. 244).

2º- Criterio de Participación. Las sociedades deben trabajar para incrementar la participación de los ciudadanos en aquellas decisiones de largo alcance. Lo cual significa que el futuro de las sociedades debe construirse con la intervención ineludible de aquéllos que integrarán ese futuro a través de formas más directas de democracia.

3º- Criterio del Empoderamiento. Un sujeto activo políticamente capaz de eludir decisiones de corte irreversible para la comunidad, obliga a fortalecer la Sociedad Civil, es decir, dotar de poder, influencia y autoridad a los colectivos sociales de modo que pueda crearse un nexo de identificación entre esos sujetos sociales y la sociedad que son capaces de construir. Una identificación basada en el compromiso social capaz de cambiar las prácticas actuales de la Humanidad para derivar hacia otros comportamientos que garanticen la supervivencia.

Una tarea encomiable, necesaria y urgente de la que se detectan escasos avances hoy en día. Preocupante.

Imagen 1: Portada del texto Guerras Climáticas
Imagen 2: Mar de Aral 1973-2009. En photobucket

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