lunes, 21 de marzo de 2011

El Lobby nuclear, una salud de hierro

   
… los nuevos problemas no son las consecuencias de fracasos accidentales, sino de los éxitos de la tecnología (…) Los progresos de la ciencia y la tecnología durante los últimos siglos han sido tales que los peligros han crecido aún más rápidamente que las soluciones

Lo pequeño es bello. E. F. Schumacher. 1973.

Sorprende lo acostumbrados que estamos en Canarias a dar pábulo a todo tipo de afirmaciones gratuitas e interesadas de ciertos personajes que creen ser innovadores en algún campo concreto. Mientras en determinadas tribunas se les otorga cobertura sin concesiones, las voces discrepantes se censuran o al menos no gozan de esos mismos púlpitos mediáticos. Es el caso de las declaraciones realizadas por el Sr. Benicio Alonso el pasado mes de enero, al plantear la posibilidad de introducir la energía nuclear en Canarias como una opción alternativa para el suministro energético de las islas (Benicio Alonso plantea introducir la energía nuclear en Canarias. La Opinión. 20.01.2011). La inexistencia de un debate sereno y argumentado que justifique determinados razonamientos que en ocasiones se lanzan a los cuatro vientos con mucha liviandad (Canarias será un pueblo orgulloso de ser atómico) y único objetivo de completar primeras planas o sesgar interesadamente determinados debates, es una muestra más de la baja calidad democrática que inunda Canarias. Estos personajes lo único que consiguen es apuntalar viejas estrategias en un momento en el que la civilización humana necesita un cambio a nivel social, económico y político para reconducir una sociedad a la deriva.

Llama la atención algunas afirmaciones de este sujeto como que en Canarias no ha habido una política energética nunca; todo está muy politizado si tenemos en cuenta que el Sr. Alonso es consejero del Consejo Consultivo de Endesa, una empresa con evidentes intereses en el sector atómico, además de miembro de la ejecutiva insular del PP de Tenerife, un partido político que ha mostrado abiertamente sus intenciones de impulsar la generación de energía por vía nuclear. El dilema nuclear requiere de un debate objetivo, independiente y público para dilucidar su idoneidad y evitar afirmaciones tan faltas de contenido como que el problema de los residuos está casi resuelto, ya que se están ensayando fórmulas para que éstos se minimicen muchísimo (B. Alonso dixit).

Una postura refrendada por el propio Alonso el pasado viernes día 18 (Benicio Alonso apoya la energía nuclear en las Islas. La Opinión. 18.03.2011) a pesar de lo sucedido en Japón y de que el propio Organismo Internacional de la Energía Atómica prohíbe este tipo de centrales en territorios insulares (No habrá centrales nucleares en Canarias. La Opinión. 21.01.2011). En su discurso también parece olvidar que las reservas de uranio son limitadas (estas infraestructuras podrían estar operativas en unos 50 años) y que una apuesta firme por la energía nuclear implicaría una construcción masiva de reactores. Algunos expertos sitúan el agotamiento de las reservas de uranio en el breve plazo de unos 30 años.

Puede parecer oportunista criticar la generación de energía por vía nuclear en estos momentos pero de todos es conocido que el suceso ocurrido hace unos días en Japón no es el único accidente nuclear grave ocurrido en la reciente historia humana (¿Cuántos han sido ocultados por el lobby nuclear?) y hay una amplia bibliografía que pone en tela de juicio la idoneidad de la energía nuclear, al menos desde los años 60. Las razones básicas, de una contundencia apabullante, son cuatro y están rotundamente documentadas y justificadas (El espejismo nuclear. ¿Por qué la energía nuclear no es la solución sino parte del problema. M. Coderch y núria Almiron. 2008):

1. Seguridad no garantizada. En una sociedad donde el egoísmo y la envidia son el motor de actitudes competitivas que a su vez son el germen de conflictos bélicos que no garantizan la paz, parece descabellado descartar que algún día se le ocurra a alguno de los desalmados que medran bajo la connivencia de Occidente, atentar contra alguna central nuclear. El mismo movimiento ecologista ha demostrado en muchas ocasiones la inseguridad de estas instalaciones. (Los servicios de inteligencia advierten de que las nucleares españolas son vulnerables. El País. 21.03.11).

2. Económicamente no rentables. ¿Hay alguna central nuclear promovida exclusivamente por agentes privados? No, todas han sido construidas por entes estatales o en entornos de monopolio regulado en los que el riesgo es asumido por los consumidores o el propio Estado y no por el operador eléctrico que las explota.

3. Riesgo de proliferación nuclear. ¿Ha servido de algo la ratificación del Tratado de No Proliferación Nuclear en 1970?

4. El dilema de los residuos. Un dilema irresoluble porque para su desactivación solo hay un antídoto; dejar pasar el tiempo a una escala tal que supera toda perspectiva humana (25.000 años). Esto traslada el dilema al problema de la ubicación de los residuos en almacenes. ¿Quién desea vivir al lado de un cementerio nuclear? ¿Una compensación económica a las poblaciones que albergan estos almacenes es una justa retribución frente a un problema del que se desconocen sus potenciales efectos?

El lobby nuclear, un conjunto de individuos y empresas muy activos mediáticamente, con mucho poder económico y con una influencia política capaz de modificar la estrategia nuclear del gobierno español (El Gobierno acepta que las nucleares puedan funcionar más de 40 años. Público. 16.02.2011), no ha logrado refutar ninguna de estas cuestiones pero sí ha sido muy hábil a la hora de hacer creer a la opinión pública que la energía nuclear puede ayudar a mejorar la vida humana. Su influencia ha sido y es igual de apabullante que los argumentos esgrimidos contra ellos, lo que demuestra que mantienen una salud de hierro. Accidentes tan graves como el de Theree Miles Island (1979) y sobre todo el de Chernobil (1986) provocaron que los prebostes del lobby replegaran sus estrategias durante un tiempo, desplegando otras maniobras más sutiles que los alejaron de las primeras planas mediáticas. La amplia y sorda campaña iniciada desde la primera crisis del petróleo en 1973, según la cual la energía nuclear sería una opción a valorar ante un escenario de incremento excesivo de los precios del petróleo, hay que apuntarla en el haber de la industria nuclear. Desde los años 90, muy en especial durante la primera década del siglo XXI, el lobby nuclear ha evidenciado una destreza sin parangón al conseguir aunar dos conceptos aparentemente tan opuestos como ecología y energía atómica a través del problema que más se ha debatido en los últimos tiempos, el problema del cambio climático, último leit motiv de parte del movimiento ecologista. Demostración evidente de que han sabido moverse sibilinamente entre las cañerías del poder político y social es haber conseguido introducir la energía nuclear como una alternativa solvente, siempre según su interesado discurso, en la resolución de un problema, el cambio climático, que hunde sus raíces en el error de creer que el problema de la producción se ha resuelto (Lo pequeño es hermoso. E. F. Schumacher. 1973) y desdeñando por completo la idea de que en un mundo finito es imposible satisfacer necesidades infinitas. Qué gran inmoralidad, pretender resolver un problema eminentemente ambiental con una presunta solución ecológica que en realidad oculta un problema endemoniado. Una soberana mentira que pasará factura a escala mundial el día menos pensado.

El ser humano ha demostrado no aprender de sus errores y a lo largo de la historia hay conspicuos ejemplos de ello. En la nueva etapa post-Fukushima, a la que tendrá que enfrentarse la sociedad mundial, dos cuestiones parecen claras:

1- Las centrales nucleares, que desgraciadamente continuarán construyéndose (Los pronucleares velan armas en España (de momento). 20.03.2011. El País), tendrán que invertir más recursos económicos en su seguridad. Esto implicará mayores costes que irán en detrimento de su competitividad.

2. Un accidente nuclear es totalmente incontrolable, algo que ya anticipó Ullrich Beck en La Sociedad del riesgo unos meses antes de la catástrofe de Chernobil. Es incontrolable tanto por el desconocimiento sobre cómo resolver una situación crítica como la fusión del núcleo de una central, como por la ignorancia respecto al tratamiento de los efectos que provocarán en la humanidad la liberación de altas dosis de radioactividad. A buen seguro terminarán introduciéndose en la cadena trófica y reproductiva de los animales, plantas y del propio ser humano. (Yodo radioactivo en leche, espinacas y agua. Público. 19.03.11) .Un bucle perverso que sitúa al hombre como causante de los mayores desastres y también como víctima última de sus depravadas invenciones. Un justo precio.

Imagen 1: Central nuclear en Amberes. En presseurop.eu
Imagen 2: Central nuclear de Three Miles Island. En www.energia-nuclear.net


Breve apunte a modo de epílogo a casi un mes de la catástrofe (04.04.11):
Vertidos de agua contaminada al mar de forma indiscriminada, fugas constantes de radiactividad, falta total de transparencia en la información proporcionada al público, errores en las mediciones de radioactividad realizadas por Tepco (la empresa que opera la central), altas probabilidades de nacionalizar Tepco (con lo que se vuelven a socializar las pérdidas), ausencia de un plan solvente que permita, al menos, afrontar la grave situación en la que se encuentran los reactores, aplicación de medidas de contención a la desesperada, como intentar refrigerar el núcleo de los reactores con agua del mar (lo que está contraindicado)… son algunas de las muestras de que la situación en Fukushima tardará en quedar estabilizada y la prueba de cargo indiscutible de que la energía nuclear es incontrolable. Y lo que es peor, sus efectos, de los que sabe muy poco y se informa menos, impredecibles. (Tepco no tomó medidas "suficientes para evitar el accidente de Fukushima", según el OIEA. 04.04.11. El País)

El accidente nuclear en Fukushima va camino de convertirse, desgraciadamente, en el más grave de la historia humana después de Chernobil. Pero el lobby se replegará y la energía nuclear seguirá existiendo. La sinrazón humana no tiene límites, la codicia tampoco y la ignorancia superlativa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario