domingo, 28 de noviembre de 2010

Una vía política para los movimientos sociales


Una sociedad democrática, cualquiera que sea su tamaño, está siempre formada por una pluralidad de individuos cuya totalidad participa en el poder en la medida en que cada uno tiene, tanto como los demás, la posibilidad efectiva de influir en lo que ocurre. Lo que de ningún modo está en práctica en nuestras sociedades democráticas, que, antes bien son lo que yo llamaría oligarquías electivas y liberales, con estratos sociales bien protegidos en sus posiciones de poder. (Pág. 179)

Capítulo: Los envites actuales de la democracia. 1986.
Una sociedad a la deriva. Entrevistas y debates (1974-1997). C. Castoriadis. 2005 

Dice C. Castoriadis en Una sociedad a la deriva, que la acción política es fundamental para tratar de cambiar el entorno social y en ese sentido considera que el lugar de la política es la sociedad misma. El autor pone el acento en la necesidad de que la actividad política responda a las demandas de la ciudadanía y que esa actividad esté generada por el mayor grupo de actores sociales. En concreto el autor comenta que:

Hay que despojarse de las ideas recibidas; en particular de la idea de que la única acción política es la de los partidos, que implica consejeros municipales, diputados, etc (…) El lugar de la política es la sociedad (Pág. 172 y 173)

Oportunas palabras en un momento como el actual donde la política tiene grandes dificultades para resolver los problemas de la gente y cuya agenda está siendo influenciada (por utilizar una palabra suave) por actores económicos externos al parlamento, que es donde en teoría se realiza la política.

El divorcio entre lo que ofrece la política y lo que necesita la gente no es una cuestión de los últimos tres años de crisis, es un fenómeno que hunde sus raíces en el hecho de que las actuales estructuras políticas no facilitan la participación del ciudadano. Si el ciudadano está alejado de la esfera política difícilmente puede participar. En ausencia de una participación real las propuestas que dimanen del quehacer político distarán mucho de lo que quiere la ciudadanía. Una cuestión que afecta a la calidad de la democracia actual.

Una pregunta pertinente es si el ciudadano quiere participar. Es cierto que hay un sector de la población que se mantiene al margen. Quizás porque es consciente que dada la configuración de nuestras democracias la participación real es una quimera. Sin embargo, si desde el sector político se facilitara esa participación creando los mecanismos necesarios, hasta el punto de que este colectivo ciudadano que se mantiene al margen percibiera mejoras ciertas en su modo de vida como consecuencia de esa participación, a buen seguro se involucraría completamente.

En esta situación estamos en la actualidad. Hay una serie de temas, cuya solución es urgente y afectan a la vida cotidiana de las personas que ni las instituciones ni los partidos políticos actuales están sabiendo afrontar y en su caso solucionar. La razón; los actores políticos actuales se encuentran inmersos en una gigantesca y opaca red clientelar donde priman los intereses de una oligarquía bien instalada en sus posiciones de poder. Además, en el plano individual, se han desactivado los procesos participativos y de discusión social que permitirían contrastar ideas y construir una conciencia colectiva que profundice en la calidad de la democracia.

Muchos de esos temas a solucionar están directamente vinculados con las causas de la actual crisis; en el plano económico, la desmesura de las finanzas, los altos niveles de especulación del sistema económico o la desregulación de la globalización; en el plano social, el desempleo, la pobreza, las desigualdades entre estratos sociales; en el plano medioambiental el cambio climático, el agotamiento de los recursos energéticos, la presión sobre el territorio. Dar una respuesta política a todo ello es de una urgencia total.

Todas estas problemáticas son el resultado del actual modelo económico y social. Como indicaba José Vidal Beneyto es totalmente lícito preguntarse si una democracia plural es compatible con el capitalismo.

Sin embargo, hay otro sector que está organizado, tiene una serie de propuestas y está pidiendo con insistencia y muchos argumentos participar, que se le tome en cuenta. Más en concreto es un sector consciente de que tiene derecho a participar y además lucha por transformar el status quo. Ese sector de población es el colectivo que nutre a los actuales movimientos sociales. A este respecto Castoriadis comenta:

¿Por qué la gente emprende estas actividades? Porque han comprendido que ni las instituciones estatales ni los partidos responden a sus aspiraciones y a sus necesidades, que son incapaces de responder a ellas. (Pág 169)

Se podría argumentar que el movimiento que logró impedir el inicio de la cumbre de la OMC en Seattle en 1999, carecía de propuestas y/o de un programa de acción concreto. Más de una década después de aquel punto bisagra, los movimientos sociales han logrado organizarse, situarse y hasta crear una batería de propuestas pertinentes. Esto se ha traducido en un fortalecimiento de lo que se llama la Sociedad Civil mediante la eclosión de todo un entramado de organizaciones críticas que han incrementado el grado de biodiversidad social, base de una verdadera democracia.

La vocación incluyente de los movimientos sociales, su estructura de organización reticular donde grupos sociales dispares son capaces desde distintos puntos geográficos o virtuales (descentralización), configurar una acción de resistencia transversal que denuncia problemas diversos y heterogéneos (la desigualdad de género, la insostenibilidad medioambiental y la contaminación urbana, la pobreza, el colapso de la movilidad urbana, la falta de atención a la tercera edad…) pero que están interrelacionados al ser consecuencia de un mismo sistema de organización económico - social, son elementos definitorios que se han logrado apuntalar en los últimos años.

Un afianzamiento cuya mejor carta de presentación es la gran batería de propuestas, muchas de ellas concretas, que han aportado los movimientos sociales en un intento de cambiar nuestro modo de convivencia. A este respecto responden las propuestas configuradas alrededor de la teoría del decrecimiento, la economía ecológica y el principio de precaución, la renta básica de subsistencia y las propuestas de redistribución de la renta, la imposición de una tasa contra las transacciones financieras mundiales, las acciones para evitar el cambio climático, el impulso a las renovables y las medidas para una movilidad sostenible, las propuestas para mejorar el acceso a una vivienda digna, las fórmulas que profundizan en una democracia participativa, la economía solidaria, la justicia social y la condonación de la deuda externa y tantas otras proposiciones maduras que ponen en tela de juicio la actual configuración social y económica.

Quizás falta encontrar un relato político que conecte con una mayoría de la población que permita extender su causa. Para ello es preciso realizar un esfuerzo pedagógico destinado, en lo posible, ha reorientar ese discurso hacia una perspectiva positiva, abandonando el anti, el contra o el no característicos de épocas vinculadas a una organización difusa de los movimientos. Y sobre todo se requiere un plan de acción y una estrategia clara que refrende ese discurso positivo y sea la expresión de ese relato político que se ofrezca a la ciudadanía. Será imprescindible para resistir ante la previsible intervención de España por parte de la UE y tomar posiciones en las próximas elecciones autonómicas en mayo de 2011 y ante las generales de 2012.

Ese relato de carácter político redirigido a una perspectiva positiva, ese plan de acción podría surgir si el movimiento social da el salto a la esfera política mediante un movimiento sociopolítico que sea capaz de promover soluciones a la triple crisis actual desde el lugar mismo donde se toman las decisiones, el parlamento y las diferentes instituciones políticas. Porque como dice el mismo Castoriadis:

No habrá transformación de la sociedad sin actividad política explicita y elucidada. La actividad política es necesariamente colectiva. Nos hace falta, pues, una colectividad política que luche y actúe para la transformación de la sociedad, para la instauración de una sociedad autónoma. (Pág. 172)

Los niveles de abstención que arrojan las citas electorales, la falta de diversidad en las propuestas planteadas por los grandes partidos y sobre todo la pujante demanda de participación democrática de un sector de la población, hacen pensar que hay espacio político para una fuerza política que sea capaz de articular las propuestas del amplio abanico de movimientos sociales. Ya hay algunas fuerzas políticas que han sido creadas con esta línea de pensamiento en Canarias y en el resto de España. Esperemos que su fortalecimiento sea progresivo, sería una buena muestra de crecimiento democrático de nuestra sociedad.

Foto 1: La balanza social. El Roto. En El País. 28.11.10
Foto 2: Uno de los logos del Foro Social Mundial. En Paradygmas en el siglo XXI

domingo, 21 de noviembre de 2010

La retórica frente a la salida de la crisis


Big politician telling lies

Bob Dylan. "It´s all good".
Together through life. 2009

La deformación de la realidad por parte de la clase política de este país, al objeto de imponer una explicación de la misma interesada y favorable a sus propósitos es tal, que el parlamento nacional se ha convertido en una platea donde se representa la mejor de las funciones teatrales.

En la pasada sesión de control al gobierno de la nación celebrada el 17 de noviembre, el Sr. Rodriguez Zapatero dejó para la posteridad frases con un nivel muy alto de equilibrismo retórico. Entre sus menciones figuran; hay recuperación, lenta, cierta, sostenida, pero incierta en su progresión. Interesante construcción lingüística, perfecta en el uso de unos términos cuidadosamente escogidos para no comprometer la perorata socialista de la recuperación económica pero aceptando la posibilidad de que en un futuro, no muy lejano, la coyuntura empeore. Un verdadero ejercicio discursivo que evita la contradicción introduciendo términos contradictorios. Otra; la mejora es tan débil que no asegura un cambio irreversible de tendencia. Una invención semántica que es preciso leerla dos veces para comprenderla.

Las palabras del titular del ministerio de trabajo justificando una cifra de paro objetivamente mala son el paradigma de los discursos maquillados. ¡Atención!; Más allá del dato estacional, vamos lentamente, progresivamente y sostenidamente alcanzando la situación de equilibrio y de que ya no se destruya empleo…Todavía no ha llegado (el momento de equilibrio), pero estamos ya muy cerca. Declaraciones realizadas con un 20% de paro. Buen estreno en rueda de prensa para el Sr. Valeriano Gómez.

En Canarias también existen la versión autonómica de este tipo de discursos alambicados, torcidos y que tratan de enmascarar una realidad conocida por todos.

Para justificar el apoyo a los presupuestos generales del estado presentados por el PSOE, Ana Oramas, diputada por CC en el parlamento dijo: El presupuesto que ha presentado el Gobierno es, lamentablemente, el único posible. Una reflexión que tiene la virtud de situar a CC como víctima de las decisiones del PSOE. Como el presupuesto era el único posible, CC se ha visto obligada a apoyarlo. O el certero análisis del Sr. Rivero Baute para argumentar que es necesario traer más turistas para generar empleo demostrando un completo desconocimiento de los límites del territorio canario; Tenemos capacidad en nuestra planta hotelera y extrahotelera para traer no un millón de turistas sino tres millones.

Aunque el arquetipo de las declaraciones estudiadas son las realizadas por el responsable del PP en Canarias, el Sr. Soria que con gran ingenio semántico supo realizar declaraciones medidas al milímetro para mantener una calma tensa que salvaguardara el pacto de gobernabilidad durante toda la legislatura. Las hemerotecas están ahí. Es interesante echarles un vistazo.

Con estos discursos no sorprende la crisis de representatividad y la desafección política de la que nos hacíamos eco en el anterior artículo y que provoca un nivel de abstención y desinterés de la ciudadanía muy altos. La política se ha convertido en una profesión dirigida por unos partidos que premian a aquel que proclama discursos sutilmente preparados e introduce disertaciones que disfracen o encubran la realidad. Es la política del eufemismo. C. Castoriadis lo llamaba la videopolítica, la capacidad de los discursos políticos actuales para transmutarse en un cuento cuyo objetivo, no declarado pero manifiesto, es adormecer al receptor del mismo. Se imponen las declaraciones cuidadosamente estudiadas que no contrarresten la estrategia del partido aunque esto suponga contar una historia que nada tenga que ver con la realidad. Es la tiranía de los partidos apoyados por esta sociedad hipermediatizada que amplifica cualquier tipo de sermón. Por eso se echa de menos una política de la realidad y del sentido común donde se cuente a la ciudadanía la verdad de las cosas y se abandonen las prédicas que intentan falsear la realidad. Al final estos comportamientos políticos muestran que detrás de lo que se publica, declara o dice, hay todo un conglomerado de acuerdos, decisiones y pautas entre o intra partidos que queda oculto al gran público y es donde realmente se dirime el futuro de la ciudadanía.

El sociólogo Enrique Gil Calvo en su último libro, Crisis Crónica, establece tres posibles escenarios de salida a la actual coyuntura crítica en un intento de contar la realidad tal como es. De forma muy elocuente el sociólogo indica que se podría pensar que “se hará lo que pidan los votantes” (Pág. 217) en lo relativo a las posibles salidas a la crisis pero argumenta:

“Antes de la crisis, todos los gobiernos practicaban la misma política neoliberal: si eran conservadores por convicción y si eran progresistas por necesidad de mantener la competitividad de sus economías, un pragmatismo éste que algunos como Blair llamaron Tercera vía.” (Pág. 217).

Lo cual no es sino una evidencia más de que en las actuales democracias los votantes tienen poco que decir y en última instancia las alternativas diferentes para afrontar una situación como la actual brillan por su ausencia. Una cuestión capital por cuanto demuestra que el proyecto democrático está a años luz de haberse culminado.

Por eso considera que el primer escenario implicaría un retorno al neoliberalismo desregulado. Argumenta que se trataría de la salida más plausible por cuanto significaría regresar a la situación anterior a la crisis sin que se produzca un cambio en las actuales estructuras económicas. En este escenario la salida de la crisis se operaría por medio de socializar los costes que implica la actual situación.

El refuerzo del intervencionismo gubernamental sería un posible segundo escenario. Si la recuperación de la economía mundial se demora los gobiernos nacionales optarán por introducir una serie de medidas dirigidas a reducir la desregulación económica y a incrementar la presencia del estado sobre el control de la economía. Una opción que no significa abandonar el capitalismo sino modificar su estructura convirtiéndolo en un capitalismo intervencionista y estatalista que ya funciona en muchos países.

La tercera salida se orientaría a través de la configuración de un keynesianismo internacionalista. Si la crisis económica se prolonga indefinidamente la coyuntura obligaría a acometer profundas reformas en el actual orden económico mundial. Los países se verían en la tesitura de cooperar de forma conjunta por el bien común del planeta, incorporando a los nuevos actores de la escena económica mundial (Brasil, India y China) en una estrategia económica que exigiría reformar los organismos internacionales actuales.

El sociólogo realiza una reflexión final interesante. Interpreta la crisis como una oportunidad para renunciar al mito del crecimiento económico indefinido (Pág. 221). Aboga por abandonar una economía centrada en el incremento cuantitativo de la renta personal y centrar los esfuerzos en introducir criterios éticos en una sociedad que apueste por la contención y la mesura (Pág. 222) como único modo real de superar la irrupción de nuevas crisis.

Un escenario que implicaría una profunda reforma de los fines que la sociedad humana debe perseguir. A esto solo podemos aspirar si existiera una voluntad política real de cambio.

Foto 1: Etapas de la burbuja inmobiliaria según Hyman Minsky. En La burbuja inmobiliaria
Foto 2: Portada del libro Crisis Crónica. La construcción social de la gran recesión 

viernes, 12 de noviembre de 2010

Elogio de la abstención


"La democracia es una estafa, es la dictadura perfecta. Se elige entre dos dictadores: uno que sonríe y otro que gruñe. Ambos tienen los mismos jefes. Han convertido las elecciones en un acto de adhesión al régimen. Y si tras sus campañas propagandísticas multimediáticas no tragas, te mandan a los antidisturbios y listo. No sé hasta cuándo vamos a soportar esto, realmente no lo sé"

En Ensayo sobre la lucidez, Saramago fabulaba respecto a las consecuencias de que un colectivo de ciudadanos decidiera de forma individual ejercer su derecho al voto en blanco como respuesta a la ausencia de una propuesta política con la que se sintieran representados. Una reacción de la ciudadanía que destapaba dos cuestiones; por un lado el desafecto de esa ciudadanía con sus políticos y por otro lado la confianza, a pesar de todo, en la Democracia como forma de organización política de un estado. El acto de votar ejemplificaba en el relato la creencia de la ciudadanía en dicho acto como modo de participación política en la vida pública para revertir el curso de las cosas.

Admitiendo, como no puede ser de otra manera, que la Democracia es el sistema de organización política menos malo de los que existen y teniendo en cuenta que la clase política aparece entre los tres grandes problemas que preocupan a la ciudadanía según las últimas encuestas del CIS, no llegamos a entender cómo es posible que continuemos con ese acto ritual, muchas veces solemne, de acudir a las urnas cuando se convocan elecciones. ¿Cómo es posible ante el panorama desolador actual que el ciudadano continúe votando? ¿Por obligación moral? ¿Por esperanza de cambio? ¿Por fidelidad a las siglas de un partido? ¿Porque en el fondo el ciudadano participa de la liturgia en la que se ha convertido la política actual? El dilema es mayor cuando nos percatamos de que el público en general ha abandonado desde hace algún tiempo sus responsabilidades cívicas. El individualismo, el consumismo y el conservadurismo de las clases medias instaladas en la comodidad, han contribuido a desactivar la capacidad crítica del ciudadano, anestesiado por el confort de un estilo de vida basado en el bienestar y el hedonismo. Ante esta coyuntura resulta cuando menos singular que el ciudadano continúe acudiendo a las urnas. ¿Solucionará algo la alternancia en el poder cuando estamos ante una crisis cuya dimensión no es solo económica, sino además social y ambiental? Bajo nuestro punto de vista solo se conseguirá incubar la próxima recesión en el aspecto económico saliendo en falso de la actual crisis socializando pérdidas y deteriorando un medio ambiente ya de por sí maltrecho.

Resulta desalentador detectar, en el panorama político actual, no solo la incompetencia para resolver una situación económica crítica por parte del gobierno electo sino la completa falta de alternativas de una oposición que parece más instalada en recibir el mando del país gracias a la profundización de la crisis que ganárselo con sus propias propuestas. Pero lo que es verdaderamente frustrante es ver como un gobierno de izquierdas abandona definitivamente las políticas de izquierda para abrazar una política económica de derechas basada en privilegiar el recorte en el gasto frente a impulsar el crecimiento económico. Si, como parecen indicar todas las encuestas, el PP recupera el poder en las próximas elecciones generales, se profundizará la deriva neoliberal de las medidas para salir de la crisis. Medidas que ya están siendo tomadas en países europeos como Francia, Inglaterra o Alemania. Con ello se confirma que la derecha continúa siendo la derecha y la izquierda se parece cada vez más a la derecha. Un panorama que profundiza la falta de alternativas y la escasa diversidad ideológica en las propuestas de un sistema democrático instalado en el bipartidismo. Cuando las alternativas políticas son monocordes la esencia de la Democracia se ve afectada.

Particularmente ilustrativo es lo que pasa en Canarias. Ruptura del pacto de coalición de gobierno. Coalición Canaria gobernará medio año en absoluta minoría formal siendo la tercera fuerza política en número de votos. Una izquierda cercenada por su sector más crítico mediante la imposición de gestoras. Y un pujante movimiento social cuyas demandas no se han visto recogidas por ningún partido político mayoritario.

Debemos aceptar que las democracias representativas de hoy en día han degenerado en partitocracias donde son las formaciones políticas las que marcan la agenda. Hoy en día el poder no reside en la voluntad colectiva del pueblo que solo puede aspirar a influir en la alternancia, el poder está en los partidos políticos. La total ausencia de proporcionalidad en el actual sistema electoral, la reducción de la participación del ciudadano en los asuntos públicos que más le afectan a un mero trámite burocrático, el tabú a la hora de aclarar la financiación de los partidos políticos y la excesiva connivencia entre el poder económico y el político cuya consecuencia evidente ha sido la corrupción, son solo algunos ejemplos de la degradación de este sistema democrático.

Lo verdaderamente crítico con este sistema, lo realmente revolucionario con un sistema político dominado por una plutocracia es la abstención, no acudir a la cita electoral para destapar esta farsa de democracia representativa en la que vivimos. Pero una abstención entendida como reacción de una ciudadanía hastiada de una clase política degradada. La ciudadanía tiene que recuperar en bloque el talante de reprobación, su capacidad crítica, en definitiva su desobediencia como modo previo de enderezar una sociedad a la deriva. Sería interesante conocer cuál sería la reacción de nuestra clase política ante unas elecciones con un nivel de abstención superior al 50%.

Urge reflexionar cuanto antes respecto a los principios que deben inspirar en el largo plazo, la sociedad del futuro, qué tipo de estructuras institucionales deberán representar esos principios y qué estrategias podrán ayudar a atravesar el itinerario a un nuevo escenario más justo económica, social y ambientalmente. Una reflexión que en mayor o menor grado ya se está efectuando en el seno de los movimientos sociales. No parece que ninguno de los grandes partidos esté preocupado por alguna de estas cuestiones.

Foto 1: En el blog Tierra de Genistas
Foto 2: En el blog Karbolarium

sábado, 6 de noviembre de 2010

La estigmatización del ecologismo

 
“Entonces, digo yo que hoy el movimiento ecologista tiene menos función que antes, en cuanto que en la mayoría de la conciencia de los ciudadanos ya está la sostenibilidad; prácticamente todo el mundo es ecologista por convicción”

Domingo Berriel.
Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias.
La Opinión. 24.10.10.

Muy ilustrativas las tres entrevistas publicadas en el periódico La Opinión en los últimos meses a Antonio Plasencia, presidente de la Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife (Plasencia: ´Yo soy tan ecologista como cualquiera´. La Opinión. 26.07.2010) a Domingo Berriel, Consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias (Domingo Berriel: ´He plantado muchas papas con un tractor´. La Opinión. 24.10.10) y a Antonio Machado, biólogo y director del Observatorio Medioambiental del Puerto de Granadilla (´Sólo falta Dios para darle el visto bueno al Puerto´- La Opinión. 03.11.2010)

Curiosamente los tres responsables, pertenecientes a distintos estamentos sociales que en teoría defienden intereses disímiles, afirman tener un concepto del ecologismo que coincide en los tres casos. En su interpretación de la realidad identifican el ecologismo con la sensatez, el sentido común y con la necesidad de que en la sociedad deben existir colectivos que supongan un contrapeso frente a otros que generan conductas desarrollistas. Una reflexión sobre el ecologismo muy personal e incluso atinada sino fuera porque confluye en un interés común e idéntico en los tres casos; cualquier idea conservacionista o ecologista no puede obstaculizar la construcción de proyectos considerados estratégicos para la isla según su visión. Una contradicción evidente que cuestiona su noción de ecologismo. ¿No debería llamarnos la atención esta coincidencia en la definición del ecologismo así como la sincronía en los intereses de unas instituciones (FEPECO, Gobierno de Canarias y Observatorio Ambiental) que tienen un origen y un cometido muy diferente en la sociedad?

A pequeña escala, las tres entrevistas son una fuente de información valiosa porque reproducen indicios de una ofensiva que utilizando los medios de comunicación como amplificadores, han desarrollado algunos grupos de comunicación, muchos agentes económicos y demasiadas instituciones públicas. A saber, todos han buscado y continúan buscando la criminalización del movimiento ecologista o al menos su estigmatización. El fin, evitar que determinados proyectos de infraestructuras se vean obstaculizados amenazando su construcción. Un comportamiento que pone en tela de juicio la calidad de nuestra democracia e ilumina la existencia de una serie de intereses económicos comunes a unos pocos que han reaccionado en tromba contra aquellos que han osado cuestionarlos. Estos indicios podríamos enumerarlos realizando la siguiente cartografía de la estigmatización:

1º- El negacionismo. Los ecologistas son los del "no a todo" y los antisistema. Con maquiavélica intención se ha intentado identificar al movimiento ecologista con posturas de rechazo a todas las intervenciones propuestas por agentes públicos y/o privados. La realidad, sin embargo, no avala esta identificación. En la mayoría de los casos el movimiento ecologista parte de una postura positiva. Frente a las intervenciones o proyectos oficiales el ecologismo confronta una postura que se podría definir bajo la máxima "sí, pero de otra manera" o como mínimo, "de acuerdo, vamos a discutirlo". Una postura que por definición se aleja de instalarse en la cultura de la negación. Al contrario es una invitación al diálogo.

2º- El radicalismo. El movimiento ecologista no dialoga, adopta una postura radical en la defensa de sus intereses y en ese proceso produce un perjuicio a la sociedad. Muy relacionado con lo expuesto anteriormente, se han intentado situar las posturas del ecologismo con posiciones monolíticas, inamovibles. Sin embargo, en la propia esencia del ecologismo está la necesidad de debatir como expresión máxima de la democracia. Si se reivindica el debate es porque existen diferentes propuestas susceptibles de ser discutidas de forma sosegada y argumentada y por tanto no cabe el radicalismo, sinónimo de ausencia de debate. Sí parece existir, en cambio, cierto radicalismo en el discurso oficial que no ha dado su brazo a torcer adoptando unas posturas autoritarias a la hora de imponer determinados proyectos. En numerosas ocasiones el movimiento ecologista ha solicitado que se debatan otras propuestas alternativas al discurso oficial. La respuesta ha sido la indiferencia y/o el silencio.

3º- La apropiación. "El ecologista soy yo" o más aún "yo soy el ecologismo". En el intento de neutralizar la pujanza del movimiento, existen ciertos comportamientos de algunos actores dirigidos a redefinir el concepto del ecologismo o lo que se considera ser ecologista, orientando esa redefinición a satisfacer sus intereses. En este proceso cada actor intenta apropiarse de parte del concepto. En concreto aquella parte que está relacionada con las formas ecologistas pero desechando el contenido y el fondo. Se busca usurpar la posición de los ecologistas en la Sociedad dotando las propuestas oficiales de una leve pátina verde que contribuye a banalizar el concepto. Es lo que ocurre con los proyectos ferroviarios planteados por el Cabildo en Tenerife y Gran Canaria. En ellos se promocionan los aspectos verdes que pueda tener un medio de transporte colectivo como el tren, para justificar la implantación de un proyecto que en conjunto generará una gran afección al territorio donde se pretende implantar.

4º- La extemporaneidad. El tiempo del ecologismo ha pasado. La gente ya ha asimilado la sostenibilidad. El ecologismo no es necesario. Sorprendente esta modalidad de estigmatización en un momento en el que todos los indicadores ambientales parecen mostrar que estamos inmersos en una profunda crisis ecológica de dimensión colosal y global. El ecologismo no solo no está pasado de moda sino que indefectiblemente será una de las doctrinas que debería regir la sociedad del siglo XXI. Ciertamente lo conseguido por este movimiento en las últimas tres décadas ha permitido situar la cuestión en el imaginario de la ciudadanía. Resta aún la parte más relevante y más complicada; introducir el ecologismo en los programas políticos de los partidos que dominan la vida pública.

5º- La mordaza. En la defensa de sus posiciones e ideas, los baluartes del ecologismo en Canarias no han gozado de las mismas plataformas de difusión y visibilidad mediáticas que poseen los patrocinadores de muchos proyectos de corte desarrollista, ya sean estos públicos o privados. A este respecto es un ejercicio ilustrativo contabilizar los artículos de unos y otros que aparecen en los medios de comunicación convencionales. La casi total ausencia en los mismos de voces críticas con muchos proyectos o la falta de un estrado donde este colectivo pueda expresar sus opciones, muestra la escasa diversidad ideológica de los medios de difusión y su ausente cultura democrática. Una censura que pese a todo y gracias a Internet no ha logrado silenciar al movimiento que ha tenido que realizar un esfuerzo extra en la divulgación de su causa.

6º- La criminalización. El culmen de toda esta campaña de desprestigio llega cuando se iguala a los ecologistas con terroristas sociales. Es lo que ha ocurrido por ejemplo, en el Reino Unido o en EE.UU. Según un documento interno del Ministerio de Justicia británico, se incluyen a los ecologistas en una lista de grupos peligrosos para la seguridad nacional junto a otros grupos terroristas como Al Qaeda (¿Son los ecologistas unos terroristas? 20 minutos. 11.02.10.). Sin ir tan lejos, en las islas se les ha tildado de terroristas sociales de forma gratuita y con total impunidad por algunos de estos actores sociales. Una auténtica falacia que ha contribuido a marcar el movimiento de forma negativa. Las acciones del ecologismo han sido desarrolladas de forma absolutamente pacífica. Ante la ausencia de violencia es incorrecto emplear el término “terrorista”.

Hace mucho tiempo que navegamos a bordo de un navío impulsado, no por la fuerza del viento, sino por la combustión de las propias vigas de madera que apuntalan la estructura de la embarcación, en pos de llegar a no se sabe muy bien qué meta en una carrera competitiva frenética. La estigmatización del movimiento ecologista no contribuye a solucionar este dilema y cuestiona el carácter democrático de nuestra sociedad.

Foto 1: Montaña de Tindaya. Fuerteventura. El proyecto de Eduardo Chillida generó un potente movimiento de protesta contra el vaciado de la montaña que proyectó el artista vasco.
Foto 2: Faro del Tostón. El Cotillo. Fuerteventura. Una zona donde la Plataforma Salvar El Cotillo denunciaron un proyecto urbanístico de enormes dimensiones y que el TSJC paralizó con posterioridad.