viernes, 20 de agosto de 2010

Serie Verde; El mar

  
El universo es el mar y nos mira, aquí en la pobre playa parda de mi infancia busco otra vez las preguntas; todas se quedaron entre el poste de la luz, la palmera y la nada. Después del recorrido es tan larga la soledad que nos devuelve el mar, tan larga la soledad que siento, para qué tanto viaje. Pág. 149.

La memoria no se pierde, sólo se pospone, por eso el mar se le parece, va y viene, está ahí y ya no está, y cuando no está sigue estando en su sonido. Pág. 153.

La playa del horizonte. Juan Cruz. 2004

Hay algunas personas que no creen que el mar lo cura todo. Tanto las heridas externas como las que tienen que ver con lo emocional encuentran una terapia adecuada junto al mar o en contacto con él. En lo físico el salitre actúa como elemento cauterizador de las heridas mientras que en lo emocional, tener como referencia el mar es una herramienta que aporta orientación, estabilidad, orden, calma.

También se puede tener físicamente. Es lo que ocurre cuando la piel del otro se cubre de motas de sal y rozas con los labios esa superficie condimentada provocando un leve y erótico incendio en la boca del que besa. La evaporación del mar después de la acción solar crea unas minúsculas piedras de sal que tantos réditos ha dejado en algunas islas a través de las salinas, como las Salinas de Janubio en Lanzarote.

Pero el mar, ante todo, es una incesante herramienta escultora que a base de perseverancia y del movimiento recurrente de sus olas ha sido capaz de destruir acantilados enteros, triturar sus rocas y crear espacios llenos de una fina arena proporcional al número de años realizando tareas de modelado. La composición interna de los precipicios de Canarias, tributaria de los sucesivos aportes de lavas, han conformado diferentes zonas susceptibles de desgaste que el embate abrasivo de las olas ha sabido atacar. La estabilidad de los acantilados se ha visto así amenazada y con el paso del tiempo han terminado por sucumbir al terco empuje marítimo, creando desprendimientos, grutas o puentes naturales. Es el caso del acantilado de La Garañona en Tenerife o el acantilado de Los Órganos en la Gomera.

Este proceso de destrucción, que también es de creación, ha conformado una costa abrupta, escarpada y de una verticalidad imponente según las zonas de las islas y el tipo de islas. Mientras que en las islas orientales abundan las extensas playas, consecuencia de un añejo proceso de erosión y acumulación de sedimentos, en las islas occidentales son más comunes las playas más pequeñas o incluso de calas, producto de la existencia de unas costas con una edad geológica más joven.

En ese trabajo de vaivén secular el mar es capaz de limar las aristas de las rocas más puntiagudas e irregulares. El contacto de unas con otras crea un rumor de arrastre rocoso, como empedrado que contribuye a cincelar la roca y convertirlas en callaos, simples elementos circulares, inofensivos, de diferente tamaño, característicos en los entrantes de mar como El Puertito o la playa de Candelaria en Tenerife.

Y es que el mar pule los ángulos físicos y los emocionales pero también puede mostrar toda su bravura a través de las grandes mareas con fuerza suficiente como para acabar con las zonas más expuestas. El municipio de Garachico en Tenerife, conoce muy bien los estragos de un mar enfurecido cuando su color cambia de azul a un blanco espumoso.

Y también es introspectivo, reservado, porque oculta bajo la gran masa azul una cantidad de vida al menos tan importante como la que es visible a simple vista en la superficie. Los relieves submarinos, las grutas o los fondos luminosos se pueden observar con aparente facilidad en islas como El Hierro donde la claridad de sus fondos marinos invitan a sumergirse y descubrir la profundidad marina.

Una profundidad que alberga ecosistemas vitales como los que se encuentran alrededor de los denominados sebadales. Extensas praderas de algas en los fondos arenosos que dificultan la erosión e impiden la “desertización” de los espacios marinos, sirviendo de refugio, además, para el alimento de gran cantidad de peces. Alguien dijo que la salud del sebadal es representativa de la salud del mar al posibilitar el desarrollo de la biodiversidad.

Un espacio al fin, que toma prestado el color de ese otro gran espacio, esta vez, quizás, infinito, situado más allá del firmamento, al mismo tiempo que es capaz de reproducir las condiciones de ingravidez que deben existir allí arriba. Es el inter-faz mar-cielo, unido en la distancia a través de esa fantasía óptica, esa ilusión que es la expresión física y líquida más cercana a la utopía porque es una línea inalcanzable pero visible, el horizonte.

Foto 1: Playa de Famara desde el acantilado de Famara.
Foto 2: Costa de Anaga desde el Roque de Taborno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario