viernes, 12 de marzo de 2010

Algunas ideas para un programa político alternativo

“…el PSC encarna la esperanza para cientos de miles de canarios que están hastiados de la vida política y de concebir que la comunidad autónoma no está al servicio del interés general" (…) "se trata de hacer posible políticas públicas que pongan la actividad al servicio del ser humano, y no gente que, bajo la excusa de externalizar, lo que hace es deteriorar lo público”
                  Arcadio Díaz Tejera candidato a la secretaría regional del PSC en Canarias
El uso reiterado de determinados discursos por parte de agentes con cierta influencia en la sociedad o con el suficiente control sobre los medios de comunicación y amplificación, puede provocar un cambio en la percepción de la realidad que tiene el destinatario de esos discursos. Este cambio podría originar una respuesta distinta del receptor más o menos afín al autor de esos discursos. Discursos como el que encabeza este texto los hemos oído “a granel” en los últimos tiempos por parte de la clase política canaria sin que vengan acompañados de hechos que corroboren la teoría. Parece sensato argumentar que cada vez que se han emitido estas peroratas, el fin ha sido orientar el voto político o la simpatía del ciudadano hacia algún partido político en épocas electorales.

El nuevo candidato del PSC que tenga la tarea de reorientar el partido en Canarias, que saldrá elegido del cónclave que se celebrará los próximos días 20 y 21 de marzo, tendrá que trabajar duro para poner en práctica un programa político de progreso y de auténtico compromiso que implique una distinción real respecto de las políticas conservadoras practicadas por parte del resto de partidos. Incluso de las propias políticas que hoy definen el PSC (BPO: Una interpretación libre). No parece difícil acometer ciertas medidas dirigidas a exigir mayores dosis de regulación que pongan coto a la perversión en la que se han convertido los regímenes democráticos intervenidos por el poder económico en Canarias. Lejos de necesitar más discursos huecos, vocablos grandilocuentes o ideas interesadas, lo que se requiere son hechos. Hechos dirigidos simplemente a mejorar las condiciones de vida de la gente en general en una comunidad autónoma con uno de los índices de paro más altos de la economía española.

El candidato elegido haría bien en poner las bases para desarrollar un programa político orientado a poner tierra de por medio entre los canales que unen los intereses económicos de la clase empresarial y los intereses de la clase política. Canales muy caudalosos a tenor del número de imputados por corrupción y tráfico de influencias en los últimos años. El fin sería recuperar una manera de hacer política donde la honestidad y el interés general estén al servicio del ciudadano y no al amparo del poder económico. Difícil tarea pero no imposible.

Debería poner las herramientas, definir los caminos, garantizar en definitiva, los instrumentos a través de los cuales pueda encauzarse la indignación actual de una ciudadanía civil que está tomando conciencia de su poder de influencia y que presenta unos niveles de insatisfacción y desconfianza muy altos. Porque una sociedad democrática sana es aquella que no le tiene miedo al disenso, al conflicto dialéctico, ya que de ese conflicto emanarán soluciones más ricas para los problemas y en definitiva una sociedad mejor.

Estas herramientas tendrían que ir dirigidas a permitir una mayor participación en las decisiones de política municipal de los agentes sociales que integran los espacios urbanos y rurales. Pero una participación que escape de las relaciones clientelares características de las asociaciones de vecinos afines al partido político en el poder que definen la participación política de hoy en día, para indagar en las posibilidades de desbrozar los cauces que originen una democracia participativa. Porque “la democracia no solo se participa a través de la representación política. Se reservan también cauces de participación activa y directa, en los que es necesario profundizar” (Fernando Gómez Aguilera. “La marina de Arrecife”. En “Cuadernos del Guincho”. Nº 8. 2000)

Una política que recupere y proteja el medio natural que define las islas como el soporte que garantiza la vida y proporciona las condiciones físicas para que el turismo, un turismo de mejor calidad que el actual, continúe siendo la fuente de ingresos más importante. Pero también que permita el desarrollo de un sector agrícola del que es tributario junto con el que se pueden crear sinergias importantes. Debería profundizar en una concepción moderna de la economía cuya característica fundamental sería la de concebir lo económico como un sistema abierto que interrelaciona de forma directa con el entorno que la soporta.

Un programa que potencie lo público frente a lo privado. Desde el transporte hasta la educación pasando por los servicios sanitarios o la vivienda, sectores, todos ellos maltratados por años de una gestión de lo público dirigida a su desmantelamiento en pos de una presunta estrategia orientada a mejorar la eficiencia y los resultados económicos de todos pero que se ha traducido en una mejora de los réditos de unos pocos. Parece esencial recuperar el prestigio de lo público, tan denigrado en los últimos tiempos por el avance descomunal de lo privado y porque es la condición necesaria para garantizar la justicia social, la igualdad y el progreso.

Una gestión que apunte seriamente a impulsar el peso de las energías renovables en el mix energético de las islas, posibilitando, gradualmente, el abandono de las fuentes de energía basadas en la combustión fósil. Las privilegiadas condiciones climáticas de las islas aconsejan incrementar la independencia energética en los campos de la energía eólica, solar o geotérmica y se presenta como un sector con oportunidades de crecimiento. Cualquier política que continúe potenciando la dependencia del petróleo o se inhiba de tomar las decisiones adecuadas para evitarlo, será culpable por acción o inacción de preservar el status quo actual, lo que es una irresponsabilidad de gran calado no solo para las generaciones actuales sino también y sobre todo para las futuras.

Duro trabajo el que le espera al candidato del PSC. ¿Podrá ofrecer un auténtico programa de izquierdas o sucumbirá al núcleo central del partido (eminentemente conservador) y a la falta de ideas general que se detecta en los partidos de izquierdas? Será interesante observar la evolución a partir del cónclave.

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